miércoles, 15 de mayo de 2013

ELLE

Y a dios que te llevó con él
yo le pregunto que cuando
me irá a subir a los cielos
¡me irá a subir a los cielos!
Para volver a tu lado.


Camarón de la Isla


Impasible, imparable, a veces lento y a veces inalcanzable, pasa el tiempo sin detenerse a observar la historia que cada día narramos con nuestras experiencias. De echo solo hay una verdad, “la muerte está tan segura de ganarnos la carrera que para mofarse de nosotros nos da toda la vida de ventaja”. Hay todo tipo de creencias acerca del mas allá, de lo que nos espera al final del túnel, en la otra vida, pero estas en mi humilde opinión, son solo suposiciones. Por ello guardo los días que a continuación narro grabados a fuego y aun hoy retumban en lo más profundo de mi memoria.
Ansiaba verla nada mas llegar a casa. Al entrar, corría por el eterno y sombrío pasillo hasta su cuarto, me detenía en la puerta donde contenía la respiración, y justo allí contemplándola tumbada en la penumbra podía sentir como la noche fría y húmeda habitaba libremente en su habitación.
En los últimos meses, la oscuridad se apoderó del lugar cubriendo con su manto espeso el aire enrarecido.

- Tenías ganas de un helado ¿eh?

Le pregunté alegremente, a sabiendas de ser lo único que podía saborear debido a las temidas sesiones de quimioterapia. Ella me respondió esbozando media sonrisa.

Estaba sentada en la cama y una débil bombilla en la mesita de noche, no daba para iluminar la estancia. Con el cuerpo torcido hacia un lado, disfrutando de su helado, intentando mantener el tipo para no quedarse dormida por la morfina, ofrecía la mirada de una niña perdida necesitada de alguien que le diera cobijo de los miedos que la atormentaban, alguien que la librase del demonio que la poseía, del cual era imposible librarse. Un pañuelo sudoroso cubría su frente y bajo el pañuelo los ojos hinchados y llorosos por tantas noches en vela.

Tic-tac, tic-tac…

Solo salí un momento de casa pero cuando volví ya estaba tumbada plácidamente de visita en el mundo de los sueños y era entonces cuando le susurraba al oído:

- Debes comer bien sino, no vas a tener fuerzas para irnos a bailar.

Disfrutaba murmurándole mientras permanecía con los ojos cerrados. Lo entendía todo y era capaz de responder asintiendo con un escueto movimiento de cabeza. Lo hacia suavemente para no despertar a la bestia que galopaba en su interior. ¡Maldito dios!, nunca me escuchaste, ni siquiera cuando te pedí por ella.




Su novio.

En un castillo hecho de arena sucia cerca del espumoso mar de Huelin, no hace mucho que vivía un príncipe de dudosa belleza, gran barriga y escasos piños. El reino de este galante era todo aquello que su turbia imaginación era capaz de crear sobre la marcha ¿y lo detalles? a quien le importa.
Joaquín era un verdadero ignorante. Te podías esperar cualquier cosa de él menos aburrirte. Solo necesitaba prestarle atención y seguirle la corriente. Cuando lo conocí tuve la misma sensación que todos los demas. Quizás la fama de que fue alcohólico, que su mujer lo dejó, que vivió en la calle y dormitaba bajo una barca abandonada, o que cobraba una pensión por enfermedad mental, motivó que la gente lo juzgase y condenase. Yo llegué a pensar que no era tan malo pero ahora sé que es Don Nadie vestido con pantalón de chándal, camisa a cuadros, calcetines blancos y zapatos negros de pico. Un superviviente de la cara oculta de la sociedad, alguien que no pasará a los anales de la historia por su existencia. Quien enamoró a mi madre con su desparpajo y forma de bailar. Un gigante con cuerpo de molino, Quijote del rebalaje de poniente, actor secundario de su propia vida, que atracó un día en nuestro puerto para llenar las arcas de su patera y huir por donde vino.
El era su príncipe, aquel que esperó durante toda la vida, ese que imaginaba de galante figura, corteses modales, seguro de si mismo, elegante, guapo y muy alto. Esos príncipes con los que hace 50 años soñaban las inocentes chiquillas de aquel entonces, esos mismos con los que sueñan las de hoy día en la mas remota intimidad, pero les avergüenza reconocerlo por temor al ridículo que es el romanticismo en una época tan inteligente, avanzada, prospera y a la vez fría y superficial.
Ella lo encontró como quien encuentra un filón de oro. Durante el tiempo que compartieron nunca entendió como una joya de hombre así estaba solo. No aceptaba la idea de que solo con salir a la calle las mujeres al verlo, quedaran rendidas a sus pies. Para ella era el final de una larga búsqueda, ese príncipe que disfrazaba cada mañana para endulzar toda una vida de sinsabores.

- España ganó. Pero no nos vamos a clasificá.
- ¿Has visto mi cartera Joaquín?
- El portero, no veas como ha defendido el portero, y en el último minuto la ha cagao.
- ¡Ah! Me alegro, pero, ¿has visto mi cartera? no se donde la deje.
- Ha llegao una carta pa ti “Irde” esta en tu cama. Es del banco.
- Vale gracias, mi cartera no la habrás visto por casualidad ¿verdad?
- ¿Qué Irde?
- Que digo si no habrás visto mi cartera.
- ¿Qué?
- Que digo que... nada no te preocupes no es nada. Oye y ahora ¿podemos optar a ganar alguna cosa si ganamos el siguiente partido?
- He puesto una cartera marrón “en junto a tu cama” que estaba en tu mesa, no se si te hace falta.
- ¿Que cartera? ¿La que estoy buscando?
- Ya estamos eliminao, ya no podemos hacer na.
- Vale Joaquín, gracias.



Los recuerdos son seres vivos que vuelven a ti para quedarse cuando ves cerca el final del camino. A mi padre le pasó y a mi madre debía haberle pasado, pero ella usaba su imaginación para decorarlos a su gusto, y así si algo le molestaba, lo quitaba como quien arregla la encimera de su dormitorio. Cuando el medico le diagnosticó metástasis no quiso interpretarlo en el momento como algo Terminal aunque fue siempre consciente de su condena.





La encontré en la penumbra de la noche conteniendo el llanto para no despertarnos. Solo se le podía escuchar un suave hilo de voz, frases ininteligibles con las cuales desahogaba el profundo dolor que la atormentaba. Las lágrimas recorrían sus mejillas y bañaban su rostro terso y fino, iluminándolo en la oscuridad. Me acerqué a ella sigilosamente para acompañar su discreción. La besé en la frente y ella me abrazó. La bestia había despertado demasiado pronto, el día anterior pudo dormir hasta entrada la madrugada pero a medida que pasaban los días aparecía antes. El diablo que cabalgaba por sus venas estaba jugando con ella. Aun hoy día creo escuchar el lamento ahogado con el que me pedía la dosis. Me acostaba sin deshacer la cama para no acomodarme demasiado y que por un descuido pudiera quedar dormido. Con la misma ropa durante días, solo cerraba los ojos después de visitar su cama porque sabía que el efecto de la morfina le duraría ciertas horas. Mientras, el insomnio hacia mella en mi y deambulaba en un mundo al que no tenia sensación de pertenecer desde hace tiempo. No tenia sueño pero arrastraba mis pies para poder desplazarme durante el día. Al intentar conversar las palabras se me amontonaban en la boca y las escupía desordenadas. Los ojos me escocían y con el paso de los días creí haber olvidado pestañear cada cierto tiempo. No recuerdo cuanto tiempo estuve sin dormir, pero tampoco me hacía falta.



Tic-tac, tic-tac...

Un plato con ensalada mustia dominaba la vieja mesa del salón. Los cubiertos de diferentes colores, mal lavados y un trozo de servilleta arrugado protegían los flancos laterales de semejante manjar. En la Televisión, el maldito partido de fútbol que parecían repetir todas las noches. Una densa niebla dominaba la estancia impregnando todo aquello que tocaba con su olor nauseabundo a tabaco barato. No era otra noche más. Acababa de irse el servicio de urgencias y aun retumbaban en mis oídos las palabras de la doctora.

- No le des de comer, no la alimentes mas y déjala descansar en paz. Lo siento pero de esta noche no debe pasar.

Tras decir esto me entregó un parte para justificar su visita y se marchó.





Tic-tac....

Puedo dar fe de que no existe la calma antes de la tormenta, aunque todo esté en silencio y el tiempo parezca detenerse. Es en ese instante, cuando el aire se hace irrespirable y el olor a miedo por lo desconocido flotando en la brisa, hace que el momento antes de una tormenta sea cualquier cosa, menos calma.
Ese día como los anteriores, sin haber cenado fui junto a su lecho para vivir temeroso lo que iba a ocurrir. Como siempre, la batalla se desató ferozmente en su maltrecho cuerpo antes de lo esperado. Ella luchó, envistió con entereza y desafió mientras pudo a su enemigo con el arma mas poderosa que los seres humanos poseemos, el deseo de vivir. Pero esta vez la princesa no tenía fuerzas, estaba cansada y herida de muerte. Aquella noche se dejó llevar como la delicada pluma que baila suspendida en la brisa atrapando sutilmente la mirada de los soñadores. Pluma que esperamos nunca se pose para no romper el encanto de ver bailar a quien es capaz de hacerlo al son de una simple brisa.
Estaba seguro de que era el fin pero no quise abandonarla. En lo más profundo de mi alma si alguna vez tuve, deseé con todas mis fuerzas irme esa noche con ella, coger su mano y seguirla allá donde fuese como hice tantas veces cuando niño, sintiéndome seguro al amparo de quien una vez me dio la vida y ahora con su agonía me la quitaba lentamente. Habíamos luchado juntos durante un año y medio, día y noche, sin recibir del creador la más mínima piedad que rogué para con ella. La escuche morir varias veces hasta el amanecer, pero ella resucitaba de entre las tinieblas y con un profundo suspiro, regresaba del abismo a una vida que se resistía a abandonar. Llegué a observar como un hermoso caballo alado relinchaba nervioso al otro lado de la cama mirando condescendiente como nos despedíamos, ansioso por recoger a quien había venido a buscar….





…El mundo que me enseñaron está poblado de mentes lucidas, pero estoy seguro que conozco otro donde la gente deambula sin grandes pretensiones ni bienes inmuebles, sin dinero ni disfraces que enmascaren lo que somos. Otro lugar, donde solo debes ser tu mismo, ni lo ansiado ni lo exigido y sin mayor empresa que vivir para reír. Ese sitio donde encontramos a los amigos de verdad. Ese magnifico lugar que los cuerdos llamáis locura.




.....Tic

Salí a trabajar un par de horas a la mañana siguiente y cuando regresé, ella no estaba. Solo encontré su cuerpo inerte y ya frío como el de un hermoso pájaro caído de algún nido. Le cogí entre mis manos y besé con cariño antes de posarla sobre el lecho. El silencio roto por los aullidos de Quijote y el llanto desgarrado de mi hermana me hicieron recordar, que la vida no es más que un sueño del cual no quiero despertar, por si al abrir los ojos no veo a mi lado a la princesa de la que hablé en este relato.

6 comentarios:

  1. Qué vida más sufrida!!!Y siempre haciéndome reír!!!Te envidio!!Me voy a intentar copiar de tí, aunque yo me he sumergido en la negatividad, y aunque lucho por ser optimista, no consigo sacar esa traba negra de mi cabeza!!!
    Sigue escribindo que te seguiré leyendo!!!!!!
    TQM!!!
    Lara Croft??

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  2. Emocionante... rebosante de sensibilidad y escrito en un más que correctísimo español.
    Gracias...

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  3. Te quiero tio, aunque me gustaria quererte más... siempre serás un referente para alguien de timón flojo como yo..

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  4. Impresionante. El dolor destila de entre las palabras

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  5. Bello relato. Haciendo sentir parte de la experiencia del que se va más alla y l@s que seguimos transitando esta existencia 🌝💕💜

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